Publicada a Infoelder el 05/10/2006


Según especialistas que participan en el XXVIII Congreso Nacional de SEMERGEN, la Ley de Dependencia requiere una participación más activa de los médicos de Atención Primaria.

La Coruña, 5 de octubre de 2006. – Se ha establecido en 60-65 años de edad el límite de edad a partir del cual una persona se ha de considerar “anciano”, en base principalmente a las previsiones efectuadas por diversos organismos para estimar la cuantía de esta población en los años venideros y en consecuencia habilitar los medios para hacer frente a sus necesidades. Estos y otros temas se debaten en la presentación de la ponencia sobre el Enfoque Integral de la Atención al Anciano, que se presenta en el día de hoy bajo el marco del XXVIII Congreso Nacional de SEMERGEN en La Coruña.

“El objetivo de esta ponencia es obtener una visión global del enfoque del paciente anciano desde todos sus posibles estados físicos y psíquicos: el anciano sano, pasando por el frágil y finalizando en el anciano geriátrico. Además, se debate la Ley de Dependencia, de máxima actualidad en estos momentos”, comenta el Dr. Juan Carlos Colmenarejo Hernando, responsable del Grupo de Trabajo de Atención al Anciano de SEMERGEN.

Mayor envejecimiento en nuestro país

Según un informe de la ONU de 1999, se estima que en el año 2050 el país más envejecido del mundo será España, con 3,6 personas con 60 años por cada persona de 15 años o menos.

Si además se considera que en el siglo XXI la esperanza de vida se acerca progresivamente al límite máximo de vida (115 años); que ha aumentado la longevidad de los ancianos; que el incremento de las necesidades de cuidados se produce a partir de los 65 años y se acelera a partir de los 80; y que el 95-96% de los mayores de 65 años de nuestro país viven en sus domicilios, “queda muy clara la necesidad de establecer políticas de prevención y promoción de la salud para un periodo vital tan prolongado y la imprescindible implicación de los médicos de AP en este proceso, por mucho que hasta las fechas recientes, los ancianos fueran excluidos sistemáticamente de los estudios de promoción de salud y prevención de las enfermedades”.

El anciano sano

Las necesidades y características físicas, sociales y culturales de los ancianos, exigen elaborar planes específicos para este grupo de edad, considerando además que la prevención en el anciano no puede medirse en base al incremento de la esperanza de vida ni de los años de vida potencialmente perdidos, sino en esperanza de vida libre de incapacidad, el llamado “envejecimiento saludable”.

Para el Dr. Colmenarejo, también es necesario “aclarar que la salud, longevidad y calidad de vida dependen fundamentalmente de cuatro factores: las características biológicas del individuo, el estilo de vida, el ambiente en el que vive y la calidad de la atención sanitaria, siendo el estilo de vida y contexto ambiental los más importantes, lo que equivale a decir que un gran número de causas de mortalidad prematura e incapacidad serían evitables”.

Existen una serie de actividades como el tabaquismo, el consumo de alcohol, la falta de ejercicio físico, la obesidad y la falta de sueño, que se asocian significativamente con la probabilidad de enfermar. De la misma manera, se observa que las personas mayores con un envejecimiento satisfactorio vienen a cumplir muchas de las siguientes premisas:

  • Realizar deporte o una actividad física, lo que produce bienestar y mantiene buenos niveles de marcha y equilibrio;
  • Tener una afición que los mantiene fisicamente activos;
  • Conservar el control sobre su vida, haciendo planes para el futuro y con un buen nivel de autonomía;
  • Ausencia de depresión, con una actitud positiva frente a la vida;
  • No sentirse viejos;
  • Participar en los asuntos públicos y tener vida social.
El anciano frágil

En le proceso de envejecimiento sobrevienen una serie de cambios fisiológicos, a menudo acompañados de una merma en la propia capacidad para solventarlos. Durante el proceso de envejecimiento se producen una serie de cambios fisiológicos que conducen a un estado caracterizado por una menor reserva funcional y una disminución de la capacidad de adaptación a dichos cambios lo que hace que en los ancianos, la respuesta del organismo a las alteraciones que supone cualquier enfermedad, sea distinta a la del organismo joven.

“El anciano frágil o de alto riesgo padece patologías que tienden a la incapacidad, con deterioro funcional o mental; con problemas sociales: pobreza, soledad, incomunicación…, o factores demográficos como ser mujer y mayor de 80 años”, destaca el Dr. Jesús Vázquez Castro, subdirector médico del Área 4 de Madrid y miembro del Grupo de Trabajo de Atención al Anciano de SEMERGEN.

El anciano geriátrico

“El paciente geriátrico debería ser aquel donde la Atención Geriátrica especializada fuera más necesaria y, por lo tanto, más eficiente. Sería la población diana de la geriatría”, señala el Dr. Isidoro Ruipérez Cantera, del Servicio de Geriatría del Hospital de la Cruz Roja de Madrid y presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.

Existen tres maneras pragmáticas de delimitar este importante sector de la población anciana:

  • Edad: por ejemplo, los mayores de 80 años, que suelen beneficiarse de manera significativa de una intervención geriátrica adecuada.
  • Síndrome geriátrico: existen unos 10 o 15 síntomas geriátricos: caidas, deterioro cognitivo, desnutrición, depresión, incontinencia, alteraciones sensoriales, disfalgia, úlceras por presión, alteraciones funcionales…
  • Conjugado variables de alta edad, dependencia o gran riesgo de padecerla, pluripatología y problemática sociofamiliar. A más peso de todas ellas, más necesidad de especificad en la atención.

“En general, la relación entre médicos de AP y geriatras es muy buena. El problema está en que no existe un programa específico de interrelación entre los dos niveles de asistencia que no sea el meramente personal. Existe además una falta de geriatras en los hospitales españoles, lo que está provocando una lista de espera muy grande”, concluye el Dr. Ruipérez.

Ley de Dependencia

La Ley trata de regular condiciones básicas de promoción de la autonomía personal y de atención a personas en situación de dependencia mediante la creación de un Sistema Nacional de Dependencia que además de servir de nexo entre las distintas administraciones, pretende optimizar los recursos públicos y privados disponibles organizándose en tres niveles de intervención, el estatal, el coordinado con las administraciones autónomas (Consejo Territorial del Sistema Nacional de Dependencia) y el tercer nivel propio de las distintas CC.AA. si asi lo establecen las mismas, constituyéndose entre todos los niveles el Plan de Acción Integral, adaptado a cada CC.AA.

“El problema de la dependencia de las personas mayores y enfermas es de sentido común y una ley como esta es estrictamente necesaria. El problema es que ahora hace falta desarrollarla y sobre todo contar con los médicos, ya que hasta ahora no lo han hecho. Es importante destacar que los agente sociales solamente forman una parte de la atención al anciano, por lo que es necesaria también una buena coordinación entre los diferentes niveles asistenciales (geriatras y médicos de AP) y agentes sociales”, demanda el Dr. Juan CarlosColmenarejo Hernando, responsable del Grupo de Trabajo de Atención al Anciano de SEMERGEN.

Para finalizar, el propio Dr. Colmenarejo finaliza diciendo que “el futuro es muy evidente: la población cada vez está más envejecida, por lo que aumentan las patologías y la cantidad de ancianos geriátricos que deben ser atendidos. Por tanto, es necesario mejorar las deficiencias tanto el la cantidad de tiempo que pueden dedicar los médicos de AP a los pacientes (no es posible ver más de 40 enfermos al día), como la coordinación entre los diferentes niveles asistenciales”.

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